lunes, 8 de septiembre de 2008

La invasión de los elefantes de color

El día que vimos un elefante (rosa) que tenía una nena de muñeca.

Después fuiste a la flor y le tiraste un ácido para neutralizar su iluminación (falsa, por supuesto). Claro que te olvidaste de que nunca habías sido jardinera. Más tarde saltaste el pantano (que tenía intenciones de encantarse y hacer destellos y toda esa pavada que leiamos de chicos). Al rato te diste cuenta que era una tarde nublada y que al otro dia te tenías que volver. Pero no importó porque estabas ahí, mirando al elefante de color rosa, que no, no nos invadió.
Y es lo que hay, che.