viernes, 18 de marzo de 2011

A summer wasting

Ayer quedó formalmente concluído el verano para mí, dado el comienzo del ciclo académico.
Se me ocurrió hacer una suerte de catarsis sobre el verano y me parece que con esta canción puedo sintetizar lo que llevaría miles de caracteres escribir.
Fue un buen verano luego de un año con altibajos como fue el 2010.
Bueno, Belle and Sebastian, de un álbum que estoy redescubriendo (The boy with the arab strap). Disfrutad.


jueves, 10 de marzo de 2011

La peluquería de Cacho

La peluquería de Cacho Tomas es la típica peluquería de barrio. Bajo la influencia de Coco Silly (no, mentira) decidí que iba a cortarme el pelo ahí.
Llegué, y para mi sorpresa, había gente. No que espere que a esta gente le vaya mal, pero en un barrio de Olavarría no hay tantas personas que quieran cortarse el pelo el mismo día. Bah, eso creía.
Me senté al otro lado de un pequeño banco en el que estaba un señor leyendo el diario. En el otro banco, mucho más alejado, había otro. Ambos tendrían unos 50 años. El peluquero también.
Miraba mi celular muy aburrido, y los minutos pasaban muy lentamente. En la TV, que no tenía control sino que tenía unos botones muy grandes, estaba puesto Crónica. Anabella Ascar, para ser precisos... No me llamó la atención.
El señor que estaba siendo atendido cuando llegué, se fue al toque. Pasó el que estaba más lejos, y se cortó muy corto. El otro también. Así, con un promedio de 10 minutos por cliente, el peluquero se lucía con sus tijeras y demás.
Antes de que sea mi turno entró una familia. Eran amigos del peluquero. La mujer habló de los corsos y hizo un comentario sobre que las veces anteriores que habían venido, el peluquero, Cacho, estaba mirando también Crónica. Dijo que le gustaba el programa de Anabella Ascar...
Bueno, pasé yo finalmente, y me rapé. Durante los 20 minutos que esperé, me miraba en el espejo gigante que estaba frente a mí y más me convencía de que tenía que raparme.
Cacho terminó. Pagué, y me fui.
Ya en la calle, me toqué el pelo y lo tenía todo engrasado. El peluquero me había tirado un spray que tenía olor a limón.
Cuando llegué a mi casa me bañé.

still de Rapado (Rejtman, 1996)

lunes, 7 de marzo de 2011

¡Qué llueva!

Que Juana Molina quiera cantar canciones sin letras me parece una ironía, teniendo en cuenta que es una de las mejores poetisas (porque eso es lo que es, es más que una simple compositora de letras de canciones) y sería un desperdicio.
Hace unos días bajé su cd "Segundo", que tiene canciones que desde lo cotidiano de vivir, reflejan sensaciones habituales de la existencia. Así como un tiempo atrás, en los que la descubría, puse esta canción de Juana Molina en mi blog, hoy repito la consigna, poniendo una que más que darme sensaciones nostálgicas sobre lo que fue y lo que vendrá, me hace repensar lo que es vivir. Porque a veces, somos como la vieja de esta canción. Nos hacen ser.

El tiempo está mal
Llueve sin parar
Hay que ir a comprar leche agua y pan
La vieja está en cama

Hace frío y
La vieja está ahí
Siempre calentita en su cama blanda
No se levanta

Pero hay que salir
Tiene que ir
Y oye que los pajaritos cantan
La vieja se levanta

Llega la familia
Muy pedigüeña
No se da cuenta
De que la vieja se está muriendo

-¿Dónde está el café?
-¡Quiero más paté!
-¡Eso no está bien!
-¡Se quemó el pastel!
-¡No servís para nada!

Y el ángel viene a
buscar a la vieja de la cueva
Y oye que los pajaritos cantan,
la vieja se levanta.